Actualmente, no hay ninguna evidencia de que ningún micronutriente, ingrediente o comida puedan ser adictivos.
Pero la realidad es que hay alimentos que nos cuesta dejar de comer una vez que empezamos, y que podríamos estar picoteando todo el día porque siempre nos apetecen.
La pizza, por ejemplo, para aquellos a quienes les guste, es un plato al que no se pueden resistir, incluso para comelta hasta de postre. Se cree que la razón de que sea tan 'adictiva' es su contenido en hidratos de carbono refinados y grasas.
El helado es otro de los alimentos más deseados. Solo en el año 2015 en España se consumieron unos 500 millones de litros. La explicación científica es que las comidas muy dulces, activan en nuestro cerebro mecanismos de recompensa que nos provocan un placer inmediato, que queremos volver a sentir continuamente. El problema es que si nos acostumbráramos a ese sabor dulce, el dulzor de una fruta luego no nos sabría a nada.
El chocolate se dice que es un alimento incluso más estimulante que el sexo que nos proporciona una sensación relajante.
El queso también contiene sustancias que generan una sensación de biestestar.
Lo mismo ocurre con las patatas fritas, que contienen endocannabinoides, que nos producen la necesidad de consumir grasas. Además la sal que se les echa también influye estimulando las papilas gustativas.
El beicon, por la grasa que contiene, las hamburguesas, el pollo frito rebozado, que contienen tanto hidratos de carbono como grasas constituyendo el combo perfecto de la 'adicción'.
El picante, que estimula las neuronas sensoriales que neutralizan el dolor, produciendo placer y ganas de repetir el mismo plato.
La tarta, por su contenido en azúcar, y las galletas, que enganchan por su contenido en harinas refinadas y grasas.
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