Aquellas
personas que sufren anorexia sienten un miedo
real a engordar
y tienen una imagen distorsionada tanto de las dimensiones como de la
forma de su cuerpo. Por ello no pueden mantener un peso corporal
normal. Muchos adolescentes con anorexia restringen
la ingesta de alimentos
haciendo dieta, ayuno e incluso ejercicio físico excesivo. Casi no
comen, y lo poco que ingieren se convierte en una obsesión.
Otras
personas que padecen anorexia recurren a los atracones
y las purgas
posteriores: ingieren grandes cantidades de alimentos y después
tratan de eliminar las calorías mediante el vómito,
tomando laxantes,
haciendo ejercicios
físicos en exceso,
o mediante una combinación de varias de estas acciones.
La anorexia
nerviosa no tiene una sola causa.
La mayoría de expertos creen que el desorden mental es causado por
una combinación de factores biológicos, medioambientales y
psicológicos. Se
cree que algunas personas tienen rasgos de personas que los hacen más
susceptibles a desarrollar esta enfermedad.
Tener
un peso inferior y no llevar una dieta equilibrad puede repercutir en
el cerebro, reforzando las conductas y pensamientos obsesivos
relacionados con la anorexia nerviosa. En otras palabras, el
no comer y tener un peso bajo conduce a un círculo vicioso en el que
cada vez se come menos y se pierde más peso.
Entre
los factores
de riesgo
asociados con la anorexia nerviosa, se encuentran: ser
obsesivo con las normas, tener tendencia hacia la depresión,
estar continuamente preocupado por el peso y la forma, sentir miedo o
tener dudas con respecto al futuro, ser
perfeccionista, tener una auto-percepción negativa,
haber tenido problemas con la comida durante la infancia, haber
tenido un desorden de ansiedad, mantener las ideas culturales o
sociales sobre la belleza y la salud, y el control del comportamiento
o expresión.
El tratamiento
de este trastorno alimentario tiene una serie de objetivos bien
definidos. Son los siguientes:
-Recuperación
del peso: el bajo peso es un obstáculo para cualquier psicoterapia.
Hay que comenzar con dietas muy prudentes. Por lo general, cuando se
recupera peso, el estado de ánimo depresivo y la preocupación por
el cuerpo mejoran; otras veces, por el contrario, aumenta la
irritabilidad.
-Aprender de
nuevo a comer normalmente: la paciente ha de volver a relacionarse
con la comida de manera natural, ya que había perdido esa capacidad
de ver el proceso de la alimentación como una función más.
-Resolución de
las causas: el tratamiento psicológico es la piedra angular de un
buen programa terapéutico. Resulta poco efectivo en las fases más
graves de la enfermedad, ya que las pacientes malnutridas y con bajo
peso se muestran extraordinariamente refractarias a la psicoterapia.
Para el
tratamiento de estas enfermedades es indispensable contar con la
colaboración de la familia. El camino que lleva a comprender esta
enfermedad es siempre largo y doloroso, y es necesario para poder
ayudar a curarla. Los denominados
grupos
de padres ayudan
a la familia de los enfermos a comprender la enfermedad de sus hijas
gracias a compartir sus experiencias con otras personas con la misma
situación. Al principio, los padres buscan información sobre la
enfermedad de las hijas y piden soluciones para determinadas
conductas; los otros padres pueden ayudar con sus experiencias. El
objetivo básico de estos grupos es formar a los padres para que sean
elementos terapéuticos.
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